Ahí,
tan cerca, el mar.
Puedo
sentirlo
lamerme
con su lengua de salitre
despacio
los costados.
Y como
su canción iridiscente
de
caracola y nácar
sin un
desmayo acuna mi desfallecimiento.
!Levántate
y navega!
Alto y
claro me dicen graznando las gaviotas.
Pero es
que abruma tanto en las velas sin brisa
el peso
del silicio que a fuerza de costumbre
se me
adhirió a la piel...
De no
ser por su lastre
acaso
olvidaría que vengo ya de vuelta
de
todos los naufragios.
Ahí,
tan cerca, el mar...
a
medianoche
una
luna ladina se desvive
en
tender sobre él su cepo de hojalata
¿
Quién piensa en los ahogados?
¿ Es
que habrá quien no diese
la
mitad de las horas que le quedan
por
dormir y soñar sobre su lecho
todo
espuma ilusión e infinitud?
Ahí,
ahí,
tan
cerca , tan lejano ,
espejuelo
y abismo,
promesa
de aventura,
tentador
el mar,
Yo aquí
, varada.
De
amanecida
todo a
mi alrededor se vuelve un líquido
temblor
azul , como un largo sollozo
con que
una voz me llama, al tiempo que se duele
por
tanta indiferencia.
Ahí,
tan cerca el mar...
No
sabrá nunca
con
que cruel eficacia me va desmigajando
el alma
su rumor.
Cómo
habré de entregarme a su deriva
voluptuosa
y fatal .
Y entre
sus brazos
descansaré
en silencio cumpliendo mi destino
de
ser eternamente arena enamorada.
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