Hay que
seguir diciendo
que sí,
que aún
merece
la pena
levantarse cada día,
pintarse
ante el espejo una mueca carmín
-llamémosla
sonrisa,-
tomarse un sorbo amargo de café, esconderse
tomarse un sorbo amargo de café, esconderse
la
navaja en la liga
para
echarse a la calle y disponerse
a
pelearse con la puta vida .
Sé
que doy bien el pego,
me ha
dado una cierta maestría
la
práctica a diario,
no
habrá quien me distinga
de
cualquier otra alma
que
unta colorete en sus mejillas,
muestra
un poco de piel
y
simula alegría,
buscando
la manera de arrancarle
a una
existencia corrosiva y tísica
unas
cuantas monedas con que seguir tirando ...
O quién
sabe si incluso, si acompaña la suerte,
algo de
compañía.
Soy graduada en aceras,
experta
en barandillas
y estoy
por licenciarme
en
sujetar esquinas...
Me he
mimetizado
con el
entorno de forma tan divina
que los
gatos del barrio , como a otra piedra más,
me
saludan con mucha cortesía.
Se
posan en mis brazos las palomas,
ya casi
ni me miran
esos
otros sujetos que pasan a mi lado
presurosos,
tras de su sombra huidiza
intentando,
abstraídos , como todos,
disimular
su herida.
Integrada
al paisaje,
como el
ruido y el clima,
se
podría decir que lo he logrado,
que he
burlado a la suerte y sin más ruina
que
algún resbaladizo mirar indiferente
puedo
sobrevivir de forma digna
Se
podría decir...
Ahora
solo falta
que
consiga engañarme
- solo un poco-
a mí misma.
- solo un poco-
a mí misma.
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